viernes, 8 de agosto de 2008
(¯`•.•´¯) ღ*♥ SALMO 18 *♥ღ (¯`•.•´¯)
EL SEÑOR ES MI FORTALEZA...
Gracias Dios mio:
¡Dios mío, yo te amo porque tú me das fuerzas!
Tú eres para mí la roca que me da refugio; ¡tú me cuidas y me libras!
Me proteges como un escudo, y me salvas con tu poder. ¡Tú eres mi más alto escondite!
Tú mereces que te alabe porque, cuando te llamo, me libras de mis enemigos.
Hubo una vez en que la muerte quiso atraparme entre sus lazos; fui arrastrado por una corriente que todo lo destruía.
Lleno de angustia llamé a mi Dios, y él me escuchó desde su templo;
¡mi oración llegó hasta sus oídos!
Hubo un temblor de tierra, ¡tembló por el enojo de Dios! Dios partió el cielo en dos y bajó sobre una espesa nube. De pronto, en el cielo se oyó una voz de trueno: ¡era la voz del Dios altísimo que se dejó escuchar entre granizos y carbones encendidos! ¡dispersó a sus enemigos, y los hizo salir corriendo!
Desde los altos cielos me tendiste la mano y me sacaste del mar profundo. Mis enemigos me odiaban; eran más fuertes y poderosos que yo, ¡pero tú me libraste de ellos! Se enfrentaron a mí en el peor momento, pero tú me apoyaste.
Me diste libertad; ¡me libraste porque me amas! Me diste mi recompensa porque hago lo que quieres. Me trataste con bondad porque hago lo que es justo. Yo obedezco tus enseñanzas y no me aparto de ti. Cumplo todas tus leyes, y jamás me aparto de ellas. He sido honesto contigo y no he hecho nada malo. Me diste mi recompensa porque hago lo que quieres, porque tú sabes que yo hago lo que es justo. Tú eres fiel con los que te son fieles, y tratas bien a quienes bien se comportan. Eres sincero con los que son sinceros, pero con los tramposos demuestras ser más astuto. A la gente humilde le concedes la victoria, pero a los orgullosos los haces salir derrotados. Dios mío, tú alumbras mi vida; tú iluminas mi oscuridad. Con tu ayuda venceré al enemigo y podré conquistar sus ciudades. Tus enseñanzas son perfectas, tu palabra no tiene defectos. Tú proteges como un escudo a los que buscan refugio en ti. Dios de Israel, sólo tú eres Dios; ¡sólo tú puedes protegernos! ¡Sólo tú me llenas de valor y me guías por el buen camino! ¡Tú me das fuerzas para correr con la velocidad de un venado! Cuando ando por las altas montañas, tú no me dejas caer. Tú me enseñas a enfrentarme a mis enemigos; tú me das valor para vencerlos. Tú me das tu protección; me salvas con tu gran poder y me concedes la victoria. Me despejas el camino para que no tenga yo tropiezos. Perseguí a mis enemigos y los alcancé, y no volví hasta haberlos destruido. Tú me llenaste de valor para entrar en combate; Me hiciste vencer a mis enemigos, y acabé con los que me odiaban. Dios mío, tú me libras de la gente que anda buscando pelea; ¡Bendito seas, mi Dios, tú que vives y me proteges! ¡Alabado seas, mi Dios y Salvador! Tú me pusiste a salvo de la furia de mis enemigos. Me pusiste por encima de mis adversarios, y me libraste de gente violenta. Por eso, Dios mío, yo te alabo y te canto himnos en medio de las naciones. Tú siempre me das la victoria.
Gracias Dios mio:
¡Dios mío, yo te amo porque tú me das fuerzas!
Tú eres para mí la roca que me da refugio; ¡tú me cuidas y me libras!
Me proteges como un escudo, y me salvas con tu poder. ¡Tú eres mi más alto escondite!
Tú mereces que te alabe porque, cuando te llamo, me libras de mis enemigos.
Hubo una vez en que la muerte quiso atraparme entre sus lazos; fui arrastrado por una corriente que todo lo destruía.
Lleno de angustia llamé a mi Dios, y él me escuchó desde su templo;
¡mi oración llegó hasta sus oídos!
Hubo un temblor de tierra, ¡tembló por el enojo de Dios! Dios partió el cielo en dos y bajó sobre una espesa nube. De pronto, en el cielo se oyó una voz de trueno: ¡era la voz del Dios altísimo que se dejó escuchar entre granizos y carbones encendidos! ¡dispersó a sus enemigos, y los hizo salir corriendo!
Desde los altos cielos me tendiste la mano y me sacaste del mar profundo. Mis enemigos me odiaban; eran más fuertes y poderosos que yo, ¡pero tú me libraste de ellos! Se enfrentaron a mí en el peor momento, pero tú me apoyaste.
Me diste libertad; ¡me libraste porque me amas! Me diste mi recompensa porque hago lo que quieres. Me trataste con bondad porque hago lo que es justo. Yo obedezco tus enseñanzas y no me aparto de ti. Cumplo todas tus leyes, y jamás me aparto de ellas. He sido honesto contigo y no he hecho nada malo. Me diste mi recompensa porque hago lo que quieres, porque tú sabes que yo hago lo que es justo. Tú eres fiel con los que te son fieles, y tratas bien a quienes bien se comportan. Eres sincero con los que son sinceros, pero con los tramposos demuestras ser más astuto. A la gente humilde le concedes la victoria, pero a los orgullosos los haces salir derrotados. Dios mío, tú alumbras mi vida; tú iluminas mi oscuridad. Con tu ayuda venceré al enemigo y podré conquistar sus ciudades. Tus enseñanzas son perfectas, tu palabra no tiene defectos. Tú proteges como un escudo a los que buscan refugio en ti. Dios de Israel, sólo tú eres Dios; ¡sólo tú puedes protegernos! ¡Sólo tú me llenas de valor y me guías por el buen camino! ¡Tú me das fuerzas para correr con la velocidad de un venado! Cuando ando por las altas montañas, tú no me dejas caer. Tú me enseñas a enfrentarme a mis enemigos; tú me das valor para vencerlos. Tú me das tu protección; me salvas con tu gran poder y me concedes la victoria. Me despejas el camino para que no tenga yo tropiezos. Perseguí a mis enemigos y los alcancé, y no volví hasta haberlos destruido. Tú me llenaste de valor para entrar en combate; Me hiciste vencer a mis enemigos, y acabé con los que me odiaban. Dios mío, tú me libras de la gente que anda buscando pelea; ¡Bendito seas, mi Dios, tú que vives y me proteges! ¡Alabado seas, mi Dios y Salvador! Tú me pusiste a salvo de la furia de mis enemigos. Me pusiste por encima de mis adversarios, y me libraste de gente violenta. Por eso, Dios mío, yo te alabo y te canto himnos en medio de las naciones. Tú siempre me das la victoria.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario